La tejedora de los hilos del alma
Hace mucho tiempo en un país lejano ella era
la única nieta que su abuela sabia educó para que puntada a puntada y palabra a
palabra descubriera los hilos ancestrales que tejen la memoria e hilan la vida;
para que susurrara las verdades al alma de las mujeres despistadas y sus
palabras devolvieran las fuerzas y ganas de vivir. Al crecer la niña debía
enseñar a todas las demás mujeres de su tribu para mantener vivo el alma de su
pueblo y el espíritu del río. La llamaron Ronin Wano, servidora de la serpiente,
porque en lo más profundo de las más oscuras aguas del río a cuya orilla nació
habita una anaconda que guarda los saberes y secretos milenarios con que todas
las abuelas un día hilaron memoria, tejieron existencia y gestaron
porvenir.
Durante muchos años la abuela envió a su
nieta a lo más profundo del río para que aprendiera el idioma del agua y
escuchara la historia de sus propias abuelas, a lo más alto de los más altos
cedros para aprender los secretos que las hembras pájaros contaban a sus hijos
y a los más difíciles riscos para perder el miedo a morir y a vivir. Cada noche
de luna llena la abuela y la nieta se acercaban a las casas de las mujeres
hastiadas para recordarles la fuerza de la flexibilidad y la fe en la vida.
Pero cuando aquella niña creció todo cambió. Los árboles milenarios se talaban
y se vendían para hacer parqué. Fue entonces cuando las hijas de sus hijas, que
habían crecido contemplando un televisor, rechazaron su herencia y olvidaron el
sencillo ejercicio de ser. Cuando Ronin Wano se convirtió en abuela su gente ya
no se sentía unida a los árboles, ni al agua, ni a la luna; ni al vientre con
sus ciclos. Fue entonces cuando la anciana supo que sus cuentos debían llegar a
las mujeres de más allá del gran río que jamás habían aprendido a crear el
tapiz de sus propias vidas y ahora debían tejer el gran tapiz de todos.
https://youtu.be/K6FKrUlVnEg
https://youtu.be/K6FKrUlVnEg
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